Buscamos las novedades que nos mantienen en vilo y
en la existencia al tiempo. Nos comprometemos para dar aviso a nuestras carnes,
y al alma también.
Nos
mantenemos en ese lugar que nos invita a seguir como si todo tuviera algo de
sentido, que lo tiene. Nos hemos de conservar de la mejor manera posible.
Intimemos
con la realidad y dotemos de solubles sentimientos las caricias y los procesos
en los que nos movemos. No paremos de ningún modo.
Las
promesas se han de cumplir. Evitaremos los lenguajes de derrotas. Mostremos las
capacidades que nos corrigen para transitar en paz. No malgastemos el tiempo.
Las
posturas nos han de ayudar a continuar felices por los parajes de la infancia y
de la adolescencia. Nos soñaremos bien. Eso puede ser garantía de éxito: hemos
de evitar las asimetrías que desgastan. Nos ha de tocar esa lotería que nos
apaña.
Indiquemos
las formas y las voluntades que nos regalan pensamientos gratos para adelantar
el paso. No todo es valentía. Tampoco nos quedemos atrás. Recitemos en
calma.
La
historia personal y colectiva se ha de valer de la experiencia, pero no
olvidemos jamás que la improvisación y la innovación son cimientos de futuro.
¡Siempre adelante!
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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