Diseñemos el día con una prontitud hermosa y
equilibrada, y asimismo con buenos anhelos bellos que nos deben llevar junto al
mar. No dejemos que lo relevante se quede atrás. Hagamos caso al corazón con
recuerdos hábiles.
Olvidemos las explicaciones que nos enredan
durante días para conseguir resultados en vacío. No rompamos las virtudes sin
motivaciones. Nos debemos entender con el paso del tiempo. No configuremos los
espacios del anhelo callado y alejado de la esencia que nos reporta felicidad.
Averigüemos los tonos más mágicos y milagrosos
para ser en ese punto de equilibrio al que tenemos derecho. Pasemos de largo
ante los problemas irresolubles. Saquemos un grado de experiencia. Meditemos
con garbo.
Las pretensiones de cada jornada han de ser
alcanzar la mesura, el aprendizaje, el sosiego, las gratas vibraciones, y todo
ello desde el respeto y el esfuerzo. Cambiemos por cariño.
Hemos de singularizar las actividades con prestaciones
de caricias que entregaremos a fondo perdido. Avancemos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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