Prestamos
un
poco de placer
hasta
dar
con
la emoción
que
nos lleva,
que
indica pasos
que
tomaremos.
Nos
involucramos
ante
un destino singular
que
nos place.
Hemos
recelado,
pero
ya sabemos
que
eso no tiene sentido.
Nos
embarcamos
en
la misión del amor.
Nos
adecuamos
en
unas hermosas praderas
que
reclaman tiempo,
lugar,
espacio, anhelos.
Nos
reservamos
para
cuando todo sea mejor,
con
más sentido,
con
un aspecto saludable
que
nos debe ensalzar
el
valor de la memoria.
Nos
hemos inculcado
algunos
estadios de antaño.
Nos
rememoramos.
Hemos
vivido los años
de
una verdadera misión
que
nos devolverá
a lo
que fue verdaderamente.
Nos
hemos amado.
Los
divertimentos
recurren
a los sitios
que
sirven sonrisas
y
cálidas atalayas
en
un instante de jovialidad.
Nos
hemos señalado
los
elementos de juicio,
y
todo ha sido más salubre.
Vamos
dando
con
la sujeción
más
entrañable, diáfana,
placentera
y querida.
Hemos
aprendido a ser.
Suponemos
que nada más precisamos
para
ese punto de felicidad
al
que tenemos derecho.
Así
es.
Juan Tomás Frutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario